Historias de Diván, en su segunda edición, cuenta con 9 relatos que envuelven, te hacen llorar, te asfixian y te hacen reflexionar. La forma que está escrito, la sencillez del relato y la posición que encuentra Rolon como narrador y protagonista a la vez, nos invita a viajar dentro de su consultorio, a ser espectadores, al mismo tiempo involucrarnos con los problemas de sus pacientes, con quienes, es inevitable sentirse identificado en los tramos de sus historias.
Cada caso te lleva de forma adictiva y sin anestesia a un recorrido por la verdad del paciente que busca desentrañar aquello que lo aqueja. Un camino difícil, con muchas encrucijadas, donde a cada paso, pareciera caerse en el abismo, pero termina siendo un esclarecimiento, un paso más, en un recorrido que parece no tener destino. Como un libro de Agatha Christie, donde el asesino no termina siendo quien se suponía y el móvil del crimen está lejos de las primeras conjeturas. La propuesta de Rolón, es llevarnos por el lado más largo, por la ruta más oscura, para chocarnos con una realidad donde el problema que parecía resolverse a la vuelta de la esquina, termina en una retrospectiva, donde las experiencias anteriores de los pacientes con personajes secundarios de la vida, dan la respuesta con desenlaces que nos dejan con la boca abierta.
En algunos de los casos, es fuerte sentir el padecimiento de Rolón haciendo malabares para no desbarrancar en situaciones que lo pusieron al límite por el vínculo afectivo construido con sus pacientes, cuando no, lo llevan a refrescar y replantear experiencias y situaciones pasadas de él. En todo momento, queda en claro que la línea entre paciente y analista, suele ser muy delgada.
En estos nueve relatos, encontramos el rostro de la angustia, el dolor, el sufrimiento, el duelo, la soledad, la violencia, la sexualidad y la enfermedad. Es un descubrimiento en cada cada vuelta de página que te sorprende dejándote boquiabierto y muchas veces con sensación de angustia, perplejidad y la piel estremecida.
Historias de diván cumple ampliamente todas las expectativas. Sin pretensiones literarias, entretiene sin caer en la banalidad del show de la tragedia, al mismo tiempo que invita a reflexionar.