Adiós es quizás la palabra más empática que tenemos para hablar de las tristezas más grandes que tenemos. La partida. La forma más sutil, protocolar, hasta muchas veces con una sonrisa pintada en la cara, pero que esconde un marchitar en el alma.
Cuando nos vamos poniendo más viejos, más adioses vamos juntando debajo de nuestra piel. Coleccionamos Adiós para este, Adiós para aquello, Adiós para el otro. Siempre hay un adiós para algo querido.
De chico le decís Adiós a la figurita o bolita perdida en manos de un compañero de escuela. Le decimos adiós con lloriqueo a ese barrilete que se ha ido cuando se te cortó el hilo en el viento, o a la línea de pesca que dejaste debajo del río. Adiós a tu perro, Adiós a tu virginidad, y al primer amor no correspondido. Adiós a la niñez, a la adolescencia, Adiós a un abuelo que te cobijó en sus manos arrugadas. Adiós a un amigo que se mudó de ciudad y que con la esperanza de volverlo a ver lo saludas mientras en el camino, se va haciendo más pequeño, hasta que el camión de mudanza dobla en la lejana esquina.
Adiós y más Adiós. Adiós a la escuela primaria, a los compañeros de secundaria, Adiós al mar del último verano, porque nunca sabés cuándo lo vas a volver a ver. Adiós a esa lluvia que trae recuerdos del primer beso mojado y chapoteamos de la mano. La primera noche en vela que desaparece con la primera luz de la mañana.
Adiós a un ídolo que dejó de serlo porque dejó la banda que tanta felicidad te ha dado. Adiós a la televisión, a los superhéroes encapuchados, a Mc Gyver, a Mario Baracus, y a Tarzán que es una mentira de novela, nunca fue criado por monos. Adiós a tu remera de Rock.
Adiós a tu cantante y a esos juegos en el patio en guerra de las Galaxias con sables de escoba. Adiós a tu consola de juegos que ha recalentado, Adiós a tu primera borrachera aferrado al inodoro. Adiós al Sexo de una chica que tanto te ha gustado. Adiós A un pariente que se ha mudado de continente buscando mejor pasar, Ese Adiós pegado al vidrio, con la mano alzada pensando que es un hasta luego pero en el fondo sabes que es un Adiós.
Adiós a esa enfermedad que deja de doler. Adiós de velorio entre calas y helechos. Agüita bendita. y llantos de por lo que nunca más será.
Adiós al éxito, también al fracaso, a la historias incompletas, al beso que no ha ocurrido, al abrazo estrecho, a la despedida que deseas eterna y es tan finita como la aguja del reloj. A las noches blancas etéreas. Adiós con risa y con lágrimas contenidas, con lágrimas calladas, lágrimas que ruedan en la mejilla. Adiós a tu primer matrimonio, Adiós a la niñez perdida de tu primer hijo. Adiós a la bulimia, las adicciones y las malas historias. Adiós a los abogados y a las ruinas del bolsillo, Adiós al árbol que tanto has cuidado y se te ha secado. Adiós al gran amor de tu vida. Y el Adiós a tu padre llorando con tu cabeza sobre su panza mientras él acostado en la cama de la clínica esperás el pitido del Adiós infinito.
De grande aprendemos que El adiós siempre está acompañado de su amiga la tristeza, que siempre tímida se esconde detrás de sus espaldas.