Su estrechez
No era tal estrechez,
tan grande al
de Magallanes.
Su locura paralizante.
Sus lluvias mojaban
hasta dormir.
Y su sonrisa melancólica
taciturna.

Su embriaguez
de vivir para poder
contarlo.
Su dulzura
de almíbar rabioso.
Su juego impiadoso
sus ojos
pecaminosos.

Me fue consumiendo
en su fuego lento,
hasta morir de rodillas.
En su corazón de
Hojalata.