Juro que me agoté, pero no veía la hora de estar a solas. encerrarme en el dormitorio. sacarme los zapatos, las medias, el pantalón de vestir, la camisa, el blazer y estar desnudo frente al espejo. Estar con mi fiel reflejo, conmigo mismo. sentirme yo. hablarme a mí mismo. Años estuve esperando este momento. Verme de cuerpo completo tal cual soy. Y mucho más poder hablarme. Sabía que ese momento iba a llegar cuando mi viejo finiquitara.

Mi mama se fue a recostarse un rato, no daba más, se le partía la cabeza, a pesar que se había tomado un Migral. Pobre mi vieja muchos disgustos en los últimos días. Ayer enterramos al finado de mi viejo que Dios lo tenga en la gloria y no lo deje bajar. A mi vieja no la entiendo, al fin se fue, como le dije. Ahora vas a tener una vida nueva y mejor, por el resto de lo que te queda de vida. bah, ya tiene 65 años. Algo es algo. Esperemos que me dure un tiempo la viejita, pero la veo muy depresiva. Su obesidad la hace una bomba de tiempo. Tiene colesterol y diabetes pero no se cuida para nada con las comidas. Las piernas le duelen de las varices. Muchas varices. toma pastillas, duerme con las piernas elevadas pero le siguen doliendo. Y la Presión anda con presión alta. Seguramente de los disgustos acumulados.

Mi hermano, menor que yo, hace como 3 dias que no aparece. ni vino al velatorio de nuestro viejo. Vaya uno a saber dónde está. Tiene mala junta. siempre la tuvo. Pero en el último tiempo además del chupi, se le dio por la falopa. La vieja varias veces lo amenazó con internarlo en una granja o que vaya a la iglesia evangélica de la esquina de casa. Dicen que el pastor hace milagros, y si el diezmo es grande, el milagro es express. Hace unos días hizo que Pacho vuelva con la yeni. Le había hecho un pibe, pero no era a la única, tiene como 5 hijos de madres diferentes y todas son del barrio. Gracias al pastor, ahora son una familia normal, por lo menos ella no sale hacer mandados con los ojos compota.

Volviendo al tema de mi hermano, varias veces lo vi con los pibes de la esquina, de gorritas, pelito rapado, cejas depiladas y aritos hasta en las axilas, fumando porro. Como les gusta el porro. A mi me hace acordar al sahumerio pachuli, pero nunca se me dio por darle, tengo miedo que se me pegue la adicción. Mira que yo le hablé al mocoso, bah, el guacho ya tiene 19 años. La última vez lo encerré en el baño y le dije que le iba a meter el membrillo hasta por el culo, ni caso. Al día siguiente una vecina de al lado me avisó que lo vaya a buscar, el muy forro, estaba sentado dormido con las patas dentro de la zanja, embarrado hasta las pelotas y ni cuenta que se había dado. Yo le dije a mi mamá nunca mas voy a buscarlo. encima una verguenza, los amigos, todos me bardean, ni a uno solo quiero escuchar.

Este es el mejor momento del día, frente al espejo, después de darle dos vueltas de llave, estar solo en la pieza, es mi momento de paz. Ya se que mi vieja está recostada a través de la pared la escucho roncar y eso me deja tranquilo.  Pobre vieja. Lo que ha renegado toda su vida con mi papá. no tienen una idea. Era muy mujeriego. Le gustaba las mujeres tanto como el vino, esa era otra de sus pasiones. El cada quince días decía que se iba a cazar con el amigo, un tal Gucho, que yo jamás lo conocí. Se iba los viernes y volvía los domingos a la noche justo para ver a Tato Bores. Y ahí estaba la boluda de mi mamá siempre tan atenta. Lo esperaba con la cena a medio terminar, para que el hombre no tenga que esperar. La pava al fuego con el mate listo. Mi viejo llegaba y mi madre le tenía que ayudar a sacarse la campera, se arrodillaba, le sacaba los zapatos, las medias y le calzaba las chancletas. Casi de prisa iba Tambaleando de un lado a otro su cadera a buscar la palangana. Echaba media parte de agua hirviendo y otro tanto de agua fría para que el remojara sus pies antes de bañarse. Pobre mi vieja, siempre tan atenta y el nada. casi ni le hablaba. Era tosco. No era gruñon pero era muy serio, pocas veces lo vi reír. La mejor sonrisa siempre se la daba a la panadera cuando los domingos iba a comprar churros y cada tanto me pedía que lo acompañara.  A mi me gustaba acompañarlo porque siempre le mangueaba un yogurt la vascongada, que me encantaba, no sé si porque era rico o porque venía en frasco de vidrio.

Mi viejo, incluso hasta sus últimos días de vida, apenas me hablaba. Me di cuenta, hace tiempo que no era su hijo preferido. En cambio el pendejo si lo era, a pesar que no le pasaba cabida. Seguramente porque le gustaba cómo se comportaba, porque era callejero, porque andaba todos los días con una mina diferente. Le gustaba que fuera atorrante como él. En cambio yo fui todo lo contrario. Mas de la casa, un lector, fanático de la televisión, incluso me compenetrada con las telenovelas mexicanas de la tarde en canal 11. Lloraba.

Mi mamá fue todo para él, aunque a mi tambien me daba todos los gustos. Me acompañaba a la casa de mis amigos. Se desvivía por mí la pobre.., por mi y por no dejar solo a mi padre. Cuando mi papá se quedaba algunos días en casa sin ir a trabajar. Ella siempre tan preocupada,porque se le hacía tarde, venía despavorida a buscarme, con el pelo revuelto y los botones de la camisa mal abrochados.

Una vez ni corpiño traía, se le traslucía los pezones como dos enormes perillas de cocina.

Ella era todo para mi viejo. Le cocinaba la pasta al dente, la masa de la pizza bien elevada, la salsa del tuco  bien cocinada, hasta se levantaba a las 8 de la mañana, para que la carne se pueda cortar con el tenedor. Le gustaba sentarse al lado y cebarle mates por horas mientras él miraba el noticiero. Y cada tanto, a la noche nos obligaba irnos a dormir temprano. igual yo ya lo sabía de antemano, porque mi mamá empezaba con un ritual; cambiaba las sábanas, las estiraba prolijamente, y a la altura de las caderas, tendía un toallon de lado a lado.  Esas noches yo sabía que debía dormirme enseguida, odiaba escucharlos gritar como marranos en medio de la oscuridad.

Hasta el último día lo atendió como un rey. Pobre el sufrió hasta su último aliento de epoc. Había que estar haciéndole nebulizaciones a cada rato, y escupía flema con costras de nicotina todo el tiempo en todos lados. Seguramente murió atragantado por uno de esos pedazos que se le fue por el otro cañito.

Con la muerte de mi viejo, mi mamá está en paz, aunque un poco angustiada, seguramente porque no sabe qué hacer con todo el tiempo que le sobra. Yo tambien estoy tranquilo y espero no sacarla a ella de sus cabales cuando despierte.

Por primera vez me siento que voy a ser el que quise ser. Ahora me voy a poner la mejor tanga, la mini ajustada a la cadera, la blusa. Mucho rouge, lápiz labial y la peluca rubia que compre en subasta por internet. Juro que me voy a ir a levantar al morocho, el único que vale la pena de los amigos que se juntan en la esquina con mi hermano. Desde hoy soy Claudia.