No es un Río es la última novela de Selva Almada, que nos invita a recorrer lugares inhóspitos en una isla y un pueblo alejado de todo en Entre Ríos. Nos adentra en una historia tan sencilla como cautivante. Justamente eso es lo más importante. Como desde una sencilla premisa de tres hombres de diferentes edades, en un día de pesca desencadena una trama que nos lleva a conocer gran parte del pueblo, su idiosincrasia, sus pensamientos, su pasado. Donde todo, como un gran rompecabezas se va armando a medida que avanza la lectura, tomando una forma y una coherencia, donde hasta el mínimo detalle, es parte de un todo.

El pasado y el presente van yendo de la mano, porque no se puede comprender las situaciones actuales, sin entender el pasado de los personajes que a partir de un punto de inflexión construyen una nueva realidad distinta, que no deja de ser la misma. Como si el pasado volviera en diferentes formas o situaciones reclamando por aquello que va  quedando  inconcluso.

No es un Río habla del machismo y de las “cosas de hombres”, del lugar de la mujer en un pueblo donde el tiempo parece no pasar. Como sucede en los pueblos del interior del país, anclados en el tiempo. Donde las costumbres aún prevalecen. 

Las voces de los personajes hablan de esos hombres y mujeres, que sufren en carne el amor, el abandono y la desdicha. Selva Almada propone un viaje a un pueblo con sus olores, con sus mañanas y sus noches. El río asomando por los cuatro rincones tomando un rol protagónico. Repleto de sensaciones que no nos resultan ajenas. Ahí está el olor del humo, del pasto, de la carne, de los pescados, de los amanecidos, del sudor y el aliento. El sexo y el vino. El rocío y el calor pegajoso en la piel. Es una novela enteramente humana.